La vida me sonríe (I)

Buenos Aires, octubre de 2011.

A la media hora de haberme enviado el mensaje, Martín llamó, pero dejé sonar el teléfono y no lo atendí. No sé bien por qué, si por el enojo o por el miedo de enfrentarlo. Volvió a llamar a los pocos minutos y no varié mi actitud. <<Que se joda>>, pensé con gusto.

Llegué a mi casa sin haber tenido más novedades de él. Me senté a la mesa, a cenar con mis padres, y dejé el celular al lado del plato.

― ¿Para qué ponés el celular ahí? ¿Te tiene que llamar Almazán? ―me preguntó mi padre.

―No, no ―le respondí.

― ¿Y para qué comés con el celular a mano? ―se metió mi madre―.Nunca lo ponés en la mesa. Sabés que me revienta la gente que está tiki tiki con el telefonito todo el día, como taraditos.

―Bueno, pero yo no estoy así, mamá. Nada más lo tengo acá, a la vista, ¿tanto lío por eso?

―Pero si no te tiene que llamar Almazán no sé para qué lo tenés al lado ―dijo mi padre y se metió un bocado de puré de zapallo en la boca.

― ¡Ay, bueno, no me jodan más, che! ¡Qué pesados! Si me siguen rompiendo agarro el plato y me voy a comer a mi habitación, eh.

―Si hacés eso acordate de que tus padres algún día se van a morir y no los vas a tener con vos ―dijo mi padre―. A comer al cementerio con ellos no vas a poder ir y ahí no te va a servir de nada arrepentirte, eh, va a ser muy tarde.

―Y además ensucias tu habitación y después la que limpia soy yo ―agregó mi madre.

 << ¡Ay, Dios, que alguien me rescate de esta vida!>>, rogué en mi mente y dije:

― Bueno, no sean exagerados, no es para tanto, ya está, quiero comer tranquila. Estoy cansada

―Si le hubieras hecho caída de ojos a Almazán en Mar del Plata no estarías tan cansada, no te haría trabajar tanto ―dijo mi padre.

―Ay, ¡pero qué decís! ¿Seguís con ese tipo? ―se quejó mi madre―. Si ni la acompañó hasta acá a la vuelta del viaje a Mar del Plata. Si no la íbamos a buscar nosotros, la nena se hubiera tenido que volver en colectivo con el bolso cargado. Un mal educado es ese Lamazán e insistís con él, ¿qué te pasa?

―Me pasa que yo la conozco a mi hija y antes de que se enganche con el atorrante ese de la gorrita y de la sandalias. ¡Por favor! Con bermuditas… ―dijo mi padre.

La referencia era clara: hablaba de Martín. ¿Pero por qué? Si no sabía nada de lo que me estaba sucediendo con él. Solo lo había visto una vez,  pocos días antes, en la puerta del edificio de Gustavo Almazán, cuando nos encontramos para viajar a Mar del Plata.

 ― ¿Eh?? ¿De quién hablás? ―pregunté, fingiendo no saber. No podía creer que mi padre hubiera adivinado mis sentimientos.

―Ay, no le des bola, dice pavadas ―acotó mi madre.

―No, no digo pavadas. Si vos me dijiste que el atorrante ese era el que la había llamado una vez y le pasó una canción ―le dijo mi padre a mi madre―. A mi casa ese delincuente no entra. Que se vaya a otro lado ese tipo con los dedos al aire y la gorrita. Primero, que aprenda a vestirse.

―Pero… ―dije y mi celular emitió un sonido―. ¿Qué le dijiste, mamá? ―pregunté y miré el teléfono.

―Nada, nada, le hice acordar que el chicho ese te había llamado una vez. Nada más.

― ¡Pero fue hace como dos años, mamá! ―exclamé y tomé el celular. Había recibido un nuevo mensaje. Era de Martín.

―Sí, ya sé que fue hace mucho. Y además el chico tiene novia ahora…dijo mi madre―. Todos tienen novia… ―agregó, resignada. “Perdoname”, leí en el teléfono. << ¡Morite, pelotudo, con eso no me vas a arreglar! ¡Necesito más! ¡Mucho más!>>, pensé y me serví un poco de vino en el vaso.

―No importa cuándo fue, lo que importa es que a vos te gusta el atorrante ese. Ya me di cuenta ―me acusó mi padre.

―Ay, no, no, papá, ¿a mí? ―exclamé―.No. Además, otro con novia no, ya sabés lo que me pasó con Ferni, eh, que ni siquiera me gustaba, pero bueno… tanto insististe…

― ¿Pero si este la deja? ―preguntó mi madre―.No seas boluda como fuiste con Ferni, pero demostrale interés.

―Aunque deje a la novia, acá no entra el tipo ese, eh, no entra ―advirtió mi padre.

― ¡Pero, papá! ¿Qué decís? ¿Qué tiene? Además, ni que quisiera entrar….

―Ah, no sé, no sé, yo intuyo algo. Y a mí no me gusta, no me gusta ese tipo. Te aviso para que lo sepas. ¿Quién te escribió ahora? ―me preguntó mi padre y mi madre me miró expectante.

―No, nadie, nadie, Carla era ―dije y me preocupé, pues parecía que mi padres habían adivinado lo que me pasaba sin yo haberles pronunciado palabra al respecto. << ¿Me leerán los pensamientos?>>, me pregunté.

― ¿Y te pasó algo más? Porque estás con algo raro hoy. Algo te pasó. Yo te conozco ―dijo mi madre―.Estás rara.

―Ay, no, no, no digas pavadas, no estoy rara, mamá,  no me pasó nada. ¡Y por qué no la terminan! ¡Quiero comer tranquila! ―dije y mi celular emitió de nuevo el mismo sonido. Otro mensaje.

―Hoy fue a ver a la chanta esa de la psiquiatra. Andá a saber las boludeces que le mete en la cabeza― le dijo mi padre a mi madre―. Por eso está rara. Y ahora me quedo más preocupado, porque es mejor Almazán. Por lo menos, se sabe vestir, no como ese atorrante que anda con gorrita y  sandalias de pordiosero.

―Eran de Huss Puppies las sandalias, papá, no era de pordiosero justamente, eh ―le dije riéndome.

―De Chuku Papi o lo que sea, no me gusta ese tipo. Y cuando tu padre te dice algo sabés que no se equivoca ―me advirtió. <<Sí, papá, no te equivocas, claro. Acordate de Ferni>>, pensé y agarré el celular con disimulo.

―Mejor las sandalias que esas zapatillas que dan lástima que usas vos ― le dijo mi madre. “No te quise ofender. Solamente quiero saber cómo estás y  después no te molesto más. Contestame, por favor”, leí.

―Dale, dale, incentiva a tu hija para que termine con un atorrante. A vos te gustan los atorrantes. No sé para qué te casaste conmigo, porque yo, atorrante no soy ni nunca fui ―siguió mi padre.

―Ay, no es atorrante, che, ¿qué sabés cómo es? Además, es lindo chico ―dijo mi madre.

―Pero tiene novia, mamá ―dije y dejé el celular sobre la mesa de nuevo. <<Que se muera esperando respuesta. ¡Qué lindo poder hacer estas cosas!>>, pensé y me puse contenta. <<Al final, cuando una más loca parece, mejor le va>>, concluí.

―De lindo no tiene nada, no sé qué le ven al tipo ese. Es más buen mozo Almazán.

―Sí, Lamazán es lindo también…

―Almazán, mamá ―la interrumpí.

―Bueno, es lo mismo, che ―dijo mi madre y mi celular emitió de nuevo el sonido de notificación de mensaje.

― ¿Pero qué le pasa a Carla? ¿Por qué no le decís que estás comiendo y que se deje de hinchar las pelotas a esta hora?

―Bueno, papá, no es nada ―le respondí y agarré el teléfono. “La estoy pasando muy mal desde que volví a la empresa y ahora no sé si no me contestás por el enojo o porque estás con alguien y no podés hacerlo.  La voy a pasar peor!”, leí. <<Ay, ¿qué dice?, ¿estará en pedo este pibe? ¿Qué hago? ¿Sigo sin contestarle?>>, me pregunté. <<Y sí, sigo así. Parece que funciona la estrategia>>, me respondí. <<¡Y que la siga pasando mal mientras coge con la novia, pelotudo! Porque al final, todo el mundo coge y coge. Y yo cogí una vez sola, hace como dos años ya, y ni completa, ¡y con Ferni, encima!>>, pensé.

Terminé de comer esperando que los mensajes continuaran, pero no lo hicieron. Me fui a dormir a las dos de la mañana, resignada a que la pequeña alegría que había tenido ya se había acabado. <<Pero algo es algo, porque, después de todo, un poco me rogó. Tengo que estar contenta. Y a lo mejor mañana sigue>>, pensé y cerré los ojos. Por suerte Martín todavía no me quitaba el sueño.

Al otro día, me desperté sintiendo una pequeña molestia en el oído derecho. Cuando abrí la boca para pasarme el cepillo de dientes, me di cuenta de que no podía hacerlo bien. Conforme separaba más lo labios, me invadía un dolor en la zona de la articulación derecha de la mandíbula. Los nervios que había pasado por la situación que había vivido con Martín el día anterior me habían hecho apretar mucho los dientes, provocándome algún tipo de lesión que se estaba haciendo sentir. Pero podía vivir con ella si no abría demasiado la boca.

Por eso no me desanimé y me dispuse a vestirme con lo mejor que tenía: una pollera y medias negras, zapatos con plataformas, un cinturón ancho y una camisa blanca.

Solo me abrigué con un fino saco negro y me morí de frío hasta que subí al tren. No me importó, porque me sentía sexy con mi vestimenta y eso me daba calor interior.

Todavía estaba en viaje cuando mi celular sonó. Ilusionada, busqué el aparato en la cartera. Miré el número en el display y atendí, ya desilusionada.

―Anita, a las diez tenés que estar en la empresa. No llegues tarde hoy, por favor ―me dijo Gustavo Almazán.

―No, no, hoy no voy a llegar tarde. Ya estoy en el tren. En veinte minutos llego a la empresa. Y son las nueve y media recién…

―Bueno, Anita, mejor, mejor, mirá que arreglé una reunión con un tipo que va a empezar a fabricar televisores y podemos tener la distribución exclusiva. Va a venir a las diez. Tenés que estar. ¿Te había comentado ya algo de esto, no?

―No, no me habías dicho nada.

― ¿No te había dicho nada, Anita?

―No, no me habías dicho nada.

―Ok, no importa, Anita. Apurate ―me dijo Gustavo Almazán y cortó.

Bajé del tren y caminé en dirección a la empresa. Cuando estaba a dos cuadras, mi celular comenzó a sonar. Abrí la cartera y lo encontré:

―Hola ―dije al atender y seguí caminando por la vereda.

―Hola, nena, ¿cómo andás? Ayer no pude… ―me dijo Samuel.

―Ah, sí, cierto, me tenías que averiguar lo de Rubén G. …―lo interrumpí.

―Bueno, sí, pero eso…, ¿por dónde andás? ¿Ya estás en la empresa?

―No, no llegué todavía. Estoy a una cuadra y media. Ya llego. ¿Entonces no me averiguaste nada?

―No, sí, sí, te averigüé.

―Y bueno, ¡decime!

―Mirá, recién recién me lo encontré a Ezequiel Z. en la entrada.

―Pero, ¡dale! ¡Sé directo! No me interesa ni cuándo ni dónde te lo encontraste. ¡Contame qué te dijo! ―exclamé y miré el reloj. Apuré mi paso, porque ya eran las diez menos cinco― ¡Porque ya llego a la empresa y tengo una reunión y no me voy a bancar la intriga tanto tiempo!

―Bueno, te digo: el enano maldito contó que vos le dijiste que eras virgen, la verdad, ¿no? Porque vos se lo dijiste…

―Sí, sí, ya sé que yo se lo dije. Ya lo sé. No me tenés que hacer acordar, eh. Seguí, ¡dale!

―Bueno, dijo que le pediste que te cogiera.

―Ay, ¡qué hijo de puta ese enano de mierda mal nacido!

―Y que él estaba dispuesto, pero que se arrepintió a último momento, por la novia…

― ¿Eso dijo?

―Sí, eso.

―¿Eso solo?

―Sí, eso solo.

―No te creo. Contame todo ―dije. Estaba a muy pocos metros de dar vuelta una esquina, luego de la cual estaba la puerta de la empresa ―Dale, que ya estoy llegando―agregué y la plataforma de uno de mis zapatos chocó contra una baldosa que estaba sobresalida. Vi al celular y al bolso con la computadora volar delante de mí mientras mis manos detenían el piso que iba directo a estrellarse contra mi cara―. ¡Ay, la puta madre! ―exclamé cuando ya estaba acostada boca abajo en las baldosas.

―¿Estás bien? ¿Te ayudamos? ―me dijeron dos hombres y me tomaron de los brazos para levantarme.

―Sí, sí, estoy bien, estoy bien. Gracias ―les dije y sacudí mi rodilla izquierda. La media se había roto y dejaba ver un gran raspón. Me salía un poco de sangre.

―Pero te lastimaste. ¿Te duele? ―me dijo uno de los hombres. Había recogido los pedazos de mi celular y me los dio. El otro me alcanzó el bolso con la computadora.

―No, no, no me duele mucho. Estoy bien. Gracias. Trabajo acá a la vuelta. Ahora me veo la herida ―les dije.

―Bueno,  bueno, ponete alcohol ―me dijeron y se alejaron―. Chau, linda ―agregó uno.

―Chau, chau, ¡gracias! ―le dije― Por lo de linda, sobre todo―agregué en voz baja, cuando sabía que no podía oírme.  <<¡Pero la puta madre que los re mil parió! ¡Y ya son las diez! Acá no hay nada cerca para comprarme otras medias. Y esto sangra>>, exclamé en mi mente mientras caminaba casi agachada, dando vuelta la esquina, con la mano cerca de la herida en la rodilla. <<Ay, no, no, ¡qué papelón estar con la media así rota!>>, me dije y miré hacia adelante.

Martín estaba en la vereda de la empresa, con la espalda apoyada contra una ventana de vidrio, justo al lado de la entrada. Lo vi y frené mi marcha. Él me vio y separó su espalda del vidrio. Junté coraje y retomé mi paso. Pensaba pasarle por al lado y entrar a la empresa sin siquiera mirarlo, pero él se adelantó y comenzó a caminar hacia mí. Cuando estuvo cerca, exclamó:

―¡Eh! ¿Qué te pasó? ―y fijo su vista sobre mi rodilla lastimada.

―Nada, nada ―le dije y lo esquivé, dejándolo atrás.

―Ana, Ana ―me siguió―, te estaba esperando. No me contestaste los mensajes. Yo sé que estuve mal. Perdoname ―dijo y puso una mano sobre mi brazo izquierdo.

―Sí, estuviste re mal, nene ―le dije y alcancé la entrada de la empresa.

―¡Uh, cómo tenés eso! ―dijo mirando mi rodilla lastimada de nuevo.

―Sí, sí, ya sé, ya sé ―le dije y él me la tomó por la parte de atrás y la elevó un poco. Tuve que apoyar una mano en la pared para mantener el equilibrio, parada sobre un solo pie.

―Te tenés que poner alcohol y vendártela. ¿Tenés? Me preguntó.

― ¿Qué pasó, Anita? ―dijo Gustavo Almazán, asomándose por detrás de  mí, en la vereda.

―Me caí ―le dije y Martín soltó mi rodilla.

― Bueno, no es nada, Anita ―observó.

―No, no…

―¿Qué tal, Tincho? ―le dijo Gustavo y lo saludó dándole la mano.

―Bien, bien ―le dijo él.

―Bueno, Anita, vamos que ya está por llegar el de los televisores ―me dijo Gustavo Almazán y cruzamos la puerta de entrada.

Los tres nos quedamos parados en la puerta del ascensor, esperándolo.

―No digas nada en la reunión, Anita. Dejemos que el tipo hable y veamos qué propone. Tomá nota de la información que da. Nada más. Estate atenta a eso porque hablando la gente se pisa.

―Sí, sí –le dije y el ascensor abrió sus puertas delante de nosotros―. Aunque con la media así rota… me tendría que ir a comprar otra…

―No hay tiempo, Anita. Ahora te sentás en la mesa de la sala de reuniones y listo ―me dijo Gustavo Almazán mientras entrábamos al ascensor ―.Sentada no te va a ver la media rota.

―Bueno, pero aunque sea dejala que se pase alcohol y se ponga una venda antes ―le dijo Martín, que había subido al ascensor con nosotros―. Se puede infectar…

―Sí, sí, ¿tenés esas cosas, Anita?

―No, me tengo que ir a comprar…

―Pero no hay tiempo, Anita. Bety tiene un botiquín me parece ―especuló Gustavo y el ascensor abrió sus puertas en el segundo piso.

―Chau, hasta luego ―dijo Martín y salió.

―Ay, Anita, Anita ―dijo Gustavo, subió las cejas y fijó sus ojos en los míos. Me encogí de hombros y le mantuve la mirada ―. Hoy vamos a comprar tu Blackberry, eh.

―Ah, sí, sí.

―Nos vamos temprano, a las siete más o menos, ¿está bien?

―Sí, está bien.

― ¿Vamos al shopping ese que está cerca de tu casa?

― Sí, sí….

―Así de paso vemos cómo andan los de “The Biggest”, Anita. ―me dijo y yo recordé que me tenía que comprar un vestido, para la fiesta del día siguiente y para el casamiento de mi amiga “Hiperactiva”. <<Me lo compro en la hora del almuerzo, porque con este pelotudo al lado no me voy a comprar un vestido en el shopping. Y el otro pelotudo de Martín me estaba esperando en la puerta. Eso me dijo. ¡Me estaba esperando!>>, pensé y el ascensor se detuvo en el último piso. Salimos.

―Ay, Ana, ¿qué te pasó en la rodilla? ―exclamó Bety cuando la saludé, al entrar a la oficina.

―Me caí acá a la vuelta. Me raspé.

―Mucho te raspaste ―afirmó.

― ¿Tenés alochol y esas cosas? ―le pregunté.

―No, no, bah, no sé, no me acuerdo…

― ¿No llegó el de los televisores, no? ―le preguntó Gustavo Almazán.

―No, no llegó ―le dijo Bety y él se metió en su despacho.

―Bueno, entonces aprovecho y voy al baño ―le dije y fui, con la cartera en la mano.

Me limpié la herida con agua y jabón y luego junté las partes de mi celular y lo armé. Lo prendí y funcionaba. Tenía dos mensajes que daban cuenta de dos llamadas perdidas de Samuel. Puse el aparato en mi cartera y salí del baño.

Cuando caminaba por el pasillo, el teléfono emitió un ruido. ¡Mensaje nuevo! Lo saqué de la cartera, vi que era de Martín y leí:

“Vamos a almorzar? Necesito que hablemos”

Sin responder, entré a la oficina. Me senté en mi escritorio. Prendí la computadora, leí algunos correos y escuché la voz de Ezequiel Z.:

―Hola, permiso, ¿qué tal, Ernestina? ―le dijo y le dio un beso ―. Mucho gusto, ¿qué tal?, permiso ―agregó y saludó a Bety.

―Qué tal, qué tal ―le dijo Bety, con antipatía. Observé que Ezequiel cargaba una bolsa con el logo de una farmacia.

―Hola, Ana, ¿cómo andás? ―me preguntó y me dio un beso. <<¡Pero qué hace este pibe acá! ¡Por Dios! Menos mal que Gustavo está hablando por teléfono. Si no sale y lo mata acá por lo del video! Y yo no puedo hablar>>, pensé y Ezequiel dejó la bolsa sobre mi escritorio― Tomá, esto es para vos ―me dijo ―. Te lo manda Martín ―agregó y sonrió.

―Ah… ―dije y vi que adentro de la bolsa había alcohol y una vendas.

―Te lo fue a comprar a la farmacia de acá a la vuelta.

―Ah, ah, gracias, gra… gracias ―le dije y observé que Bety me miraba. Ezequiel estaba de espaldas a ella.

―Te lo traje yo porque él no se anima ―dijo Ezequiel―.Es tímido Martín―agregó y me guiñó un ojo ―. ¿Cómo son estas cosas, no? ―siguió y se dio vuelta―. No se anima―insistió mirando a Bety―. Le tuve que traer yo las cosas para la herida, porque él no se anima ―le dijo―. Tiene que hacer algo esta chica, ¿no?

―No, no sé de qué hablás. ¿Quién no se anima? ―le preguntó Bety.

―Martín no se anima ―afirmó Ezequiel y se produjo un cruce de miradas  a doscientos veinte volteos entre “el potus” y yo.

― ¿Qué Martín? ¿Martín N.? ¿El de sistemas?―inquirió Bety.

―Sí, sí, el de sistemas. Hace un montón que está atrás de ella y ella nada, nada ―siguió Ezequiel y me di cuenta de que debía frenarlo. Me puse de pie.

― Pero tiene novia ―dijo Bety y su teléfono interno comenzó a sonar.

―Sí, pero ya fue la novia. Si Ana le dice que sí, ya está eso ―dijo Ezequiel y Bety atendió la llamada―. ¿A vos te gusta Martín, no? Me lo dijo Samuel…―me preguntó.

―Ay, andate, Ezequiel, andate, no es para decir estas cosas acá ―le dije y me senté de nuevo.

―Bueno, está bien, no te enojes.

―No, pero andate, andate, dale―le dije con fastidio, pero feliz por lo que había oído acerca de Martín.

38 Respuestas a “La vida me sonríe (I)

  1. aaaaaayyyyyyyyyy! te fue a comprar a la farmacia Ana! y te invitó a almorzar.. y le dijo a Ezequiel que gusta de vos.. en esta ocasión fue muy caballero..

  2. aahhhh q hermoso post ana!!!! me quede suspirando….!!!!!

  3. Bueno, si te da felicidad, pero no se Martin tiene mal caracter, además el enano (sin defenderlo) solto lo que le contaste a partir del mensaje, osea todo se origino por Samuel, si el no se hubiera metido y haberte fregado, no hubieras pasado lo de Ferni, eres muy buena para perdonarlo a Samuel, además en la pelea pasada Martin te solto lo de virgen, si llegaste a intimidad con el te va a salir q era rollo y otras cosas machistas, lo que te paso es estresante, que bueno que ya se empiezan a despejar las cosas, saludos

  4. Ana!!! no nos dejes asi!!!
    Martin muerto por vos!!! Almazan claramente algo tiene tambien! que habras hecho con todo esto.
    Me intriga la fiesta de la empresa y que paso con el beeb de carla!!!!!
    Beso grande

  5. me encantoooooooooooooooooooooooooooooo! m rei un monton como siempre con los comentarios d tu viejo! no m canso de decirlo, es un kapo el! jajjajaja y al fin, martin se empieza a bajar del caballo en el q estaba y empieza a ser mas insistente y directo!

  6. Ay Ana! Ese chico está loco por vos!!
    Te acordas cuando estaban en Riesgo Crediticio y le hicieron una broma al Potus y se ofendió y le dio resultado, que todos andaban atrás…. ¡¡Pues al fin lograste lo mismo!!
    Yo soy de las que apuestan por Martín. A mi me gusta.

  7. si Martín x fa!!!!! dale Ana !!!!!

  8. Pd: Tu viejo un cago de risa con los comentarios y las pronunciaciones. Me hace acordar al mío, aunque de mi viejo no me divierte que hable mal, jaja.

  9. Qué dulce Martín!

  10. Soy feliz!!!

    Besos Ana 🙂

  11. Me muerooo! Me mueroo!!! Por fin este pelotudo reaccionó!!! No nos ilusionemos igual que este da uno para adelante y dos para atrás…pero por lo demás Feliz por vos anita!! por lo menos te desquitaste un pocooo que lindo sentir el sabor a victoriaa!!jajajajajaj.Se merece un poco de sufrimiento este pibe pero después para delante anaa no duermasss!!! Espero el próx. prontoo!Besos.

  12. ME MUERO ANAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA,,,,,,,MASSSSSSSSSSSSSSSSSS,,,,quiero leer mas,,, Martín es un amo de hombreeee

  13. Yo sabia que después del flor de arranque que tuviste,se tenia que venir lo bueno…Espero hayas ido a almorzar con Martin

  14. más!

  15. hahaha ANaa!!! vamos bien ahí!! lo de ignorar se te dio bien>.<
    Ahora tengo más ganas de que continues con los post y una duda… lo de "Por suerte Martín todavía no me quitaba el sueño." es una previa lo que suecederá después????

  16. Ana me encanto el post, a pesar de la caída las cosas empiezan a salir mejor, yo sigo apostando por Martín y más después de este post 😉 espero el próximo cuanto antes porque me muero de intriga 🙂 besos!!!!!!!!

  17. que alegría Ana!!! que mas queres!? yo sabia que con Martin tenia que funcionar!! le puse todas las fichas!! jaja
    estoy re contenta por vos! la verdad me alegrastes la noche, venia de un finde de mierd# y lo arreglastes!!!
    besos Ana!!!
    pd: postea mas rápido!! ajaja

  18. bien! hay que aprovechar ese almuerzo!

  19. Me muero!!! Es un dulce, fue a la farmacia a comprarte las medicinas!!! Me encanto. No nos dejes así, Ana!!!! :D.

  20. Celeste, la profe

    Un tropezón no es caída dicen… Nunca mejor puesta esta frase!!! Espero ansiosa a ver lo que sigue!!!

  21. FELICITACIONES ANA!!!!! WOOOOOOOOW!!!! 🙂

  22. ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ no mucho más que eso. por favor NO demores en postear

  23. Muy bien muy bien ana!!! Y Martin QUE LA REME CHEE!!!!

  24. Waw Ana!!!!
    Felicitaciones!!! ya era tiempo!!
    esto muy feliz x ti!!! =)

  25. Por fin!a ver cuando se declara!!!

  26. Anaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!! wow!!!Martín habrá reaccionado al fin! Y bueno…..Martín sabe de este blog???….El enano realmente era un malditoo!!!! o bueno es!! ANa sigue contando….a mi no me importa espera con tal de tener post tan buenos como este!!! Buenas vibras !!!

  27. Maldito enano maldito

  28. No me imaginé, la verdad, que la reacción de Martín después de lo que hiciste hubiese sido la que describís, así como me pareció desacatada la manera en que te comportaste. Muy loco todo, me cuesta asimilar que agrediste a una persona y esta no se enojó, que destruiste bienes de una empresa y no hubo sanciones y todo lo demás que contás. En fin, habrá que seguir leyendo para ver como sigue la historia.
    Saludos!

  29. ame que subas el post un domingo!!!!!!!!!!!!!!!

  30. Perdón que no contesto.Estoy escribiendo el próximo!

  31. ¡Por fin vamos viendo la LUZZZZZ!

    Me alegro mucho pero espero que Martín a partir de ese momento se pusiera las pilas y que no nos decepcione más en lo que falta de historia.

    Besos Ana :*

  32. Ah, «vamos viendo la Luz» Hubiera sido un muy buen título para estos posts.
    No sigo escribiendo acá. Quiero mandar otro post hoy.
    Un beso

  33. Si!!! Otro post hoy 😀

  34. sii por favor!!!!!!!

  35. Chica R debes estar muerta x martin no? se esta reivindicando o ya estabas desilucionada? Como estas con tu salud?

  36. Me muerooooooo … pq seran los hombres asi ? .. les tratas mal .. y ahi estan !! ………
    Otro post Ana …. !! 😀

  37. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah q linnnnnnnnnnnnnnnnndooooooooooo

  38. Gracias Ana por este post!!!! el sábado perdí a un ser querido muy cercano a mi, y no sabes que lindo fue encontrar este post ayer, me distrajo por un rato, y me alegro mucho por vos, de que las cosas empiecen a mejorar. Besos

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